lunes, 7 de abril de 2014

William S. Burroughs

"La revolución electrónica"

La palabra hace su aparición en las primeras manifestaciones del pensamiento del hombre, pero es más lógico pensar que la primacía de dicha palabra aparece en un primer instante en la escritura; una representación formal, si se quiere decir pictórica, de los acontecimientos. El hombre se da cuenta de la poderosa arma que tiene con la palabra escrita que se ve en la necesidad de portarla consigo creando la palabra hablada. Burroughs menciona que la palabra escrita se convierte en un virus que hace posible la palabra hablada. Escribir es "articular el tiempo" perpetuar información que será transmitida a través de los años, un registro que señala que alguna vez existimos. Pero, ¿si la escritura trasciende el tiempo, podrá hacer lo mismo con el espacio? Evidentemente sí, dice Burroughs, lo vimos anteriormente con las cartas y los libros, sin embargo, ahora, vemos esa posibilidad de trascender el tiempo a través del internet. Suceso culmen de la revolución electrónica. Este virus se adaptó al hombre y se convirtió en un elemento necesario para su existencia, ahora el hombre no puede vivir sin ese virus, tanto que si si quisiera deshacerse de él sería más peligroso que si se quisiera liberar la energía de un átomo y nos insta  a jugar con grabadores, a empalmar cintas, crear sistemas de montajes de cintas, generar nuevas líneas de asociación, todo esto con un toque de ironía, pues algo del poder de la palabra se libera con la simple reproducción.

Burroughs juega irónicamente con las posibilidades de la reproducción, y se hace legendaria una frase que pone de manifiesto un imperativo de la de la revolución electrónica "la gente no sabe dónde lo escucho pero lo escuchó", y ¿por qué esta frase se vuelve un imperativo? porque es una causa del vestigio que dentro de dicha revolución establecerán los medios masivos de comunicación, ya que su control depende del establecimiento de líneas de asociación y, claro, cuando las líneas son cortadas las condiciones asociativas se rompen. Todo esto pone de manifiesto una línea muy sutil de control y regeneración, configurados con elementos inverosímiles y supersticiosos. Una de las respuestas o soluciones que Burroughs empleará es el montar una prensa clandestina, interviniendo el circuito comercial de distribución, producción y llegada. Para poder lograrlo hay que utilizar unas técnicas demasiado precisas que faciliten su ayuda, como las técnicas de cut-up.

Un cut-up está mucho más cerca de reflejar los hechos de la percepción humana que de la mera linealidad. Por ejemplo todo lo que vemos, oímos, tocamos en nuestra realidad es un virus de nuestro pensamiento todo mezclado y sin linealidad alguna. Por eso Burroughs intenta persuadir a que el cuerpo humano y el sistema nerviosos empiecen a decodificar de otra manera. La totalidad de las cosas no muchas veces muestra lo que es la realidad, incluso muchas veces no llega a mostrar nada. De lo que sí podemos estar seguro es de lo que los medios de comunicación, que se han valido de la revolución electrónica, han manipulado el pensamiento mediante la palabra y las imágenes

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